Aquí puedes leer algunos de los emails que envío, para que te puedas hacer una idea de lo que puedes esperar si te suscribes a mi lista. Como verás, no es que sea un académico de la escritura. Hoy en día cualquiera puede ponerse a escribir cosas en internet.

 

Si eres de los que se fía de su primera intuición, te suscribes aquí:

Suicidio comercial asistido ¿legal?

 

Hoy me ha venido a la cabeza una anécdota de cuando trabajé como “consultor de Comercio Internacional” en una agencia de marketing y ventas de esas que ofrecían “ser tu departamento de ventas internacionales”.

 

Como ves, para afirmar con rotundidad que la mayor parte de ese tipo de negocios no lleva a ningún lado y sí a palmar los cuartos, es porque yo mismo he participado en esas historias.

 

Bueno, el caso es que llegó a mi oficina un hombre y una mujer. Hasta aquí nada especial.

 

Tenían, o al menos parecían tener ya una edad (no menos de 50, no más de 65).

 

Me dijeron que acudían a mi porque querían crear una empresa importadora en un país de Centroamérica que no nombraré por si este email vuela más de la cuenta (ya sabes, aquello del secreto profesional). Tampoco es que sea relevante.

 

Ya de primeras me llamó la atención lo seguros que estaban, sobre todo él, que prácticamente tenía ya los billetes de avión sacados para irse para allá.

 

Fui tirando del hilo porque aquello olía a despropósito a leguas, y el tipo se fue abriendo y me contó que había conocido a una mujer por internet, y que se quería ir a vivir con ella.

 

Por aquél entonces yo era un verdadero patán en esto de las ventas, pero claro el caso era como poco llamativo, entonces yo sin querer hice lo que hacen los buenos vendedores: seguir preguntando.

 

  • Caballero, esto que me plantea requiere de un tiempo e inversión bastante serios, ¿está usted preparado para afrontarlo a nivel económico? (Yo por aquel entonces hablaba a los clientes que veía más mayorcetes de usted).
  • Sí, tengo 50.000 Euros preparados.

Al contarme su plan, yo entendí que la mujer que lo acompañaba (que no decía ni mu), era su hermana, o familiar suyo o algo.

  • ¿Qué tipo de relación tiene con su novia? Quiero decir, solo por curiosidad, supongo que ella vendrá a España frecuentemente o irá usted allí a pasar temporadas.
  • Te digo que la he conocido por internet.
  • Ah que… ¿no os conocéis en persona?
  • No, ella me está mandando audios todos los días diciéndome que a ver cuando voy, y a veces hablamos por teléfono y eso… Me dice que me necesita… ya sabes… la veo con muchas ganas de estar conmigo… ya sabes… (gesto de complicidad).
  • Y dice usted que quiere irse allí y montar una importadora.
  • Sí, para importar el aceite que produzco aquí.
  • Ahá. Y por aquello de ir estudiando la viabilidad del proyecto, ¿qué estructura tiene aquí para poder exportar el aceite?
  • Mi mujer (me dice señalando a la mujer que estaba allí sentada con nosotros).

 

 

En ese momento tragué saliva.

 

A ver, yo quiero realmente transmitir la idea de que conseguir vender en mercados internacionales es algo que, haciendo las cosas bien, puede ser simple.

 

Pero eso no quiere decir que sea para todo el mundo.

 

Ni que sea rápido.

 

Ni mucho menos fácil.

 

Simple, puede ser. Fácil, no.

 

Y está bien tener un punto de imbecilidad para empezar cualquier proyecto, porque si te pasas de diligente jamás vas a dar un paso en la vida porque todo tiene sus riesgos y dificultades. Eso es una cosa sí, pero otra plantearte proyectos empresariales desde la reflexión de tu bragueta.

 

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